Cada seis y tres años en México se da la posibilidad de que los electores a través de su voto designen a sus autoridades con el único objetivo de vivir en mejores condiciones, en un país justo y económicamente sólido, donde la riqueza sea distribuida en forma equitativa, donde no haya pobres, porque al existir la pobreza también hay incertidumbre e inseguridad y violencia, por lo mismo, no se puede presumir de que los derechos humanos en nuestro país sean efectivos.

 

Las y los mexicanos cuando ejercemos nuestro derecho al voto lo hacemos con la firme intención de que si estamos mal con el cambio de autoridades estemos mejor, pero lamentablemente en muchas de las ocasiones estos ejercicios legítimos “se convierten en arma de dos filos” pues los cambios van y vienen, pero seguimos sufriendo saqueos indiscriminados de las arcas públicas, una lacerante ingobernabilidad en los tres niveles de gobierno, que pone a la población en estado de indefensión, generando como consecuencia que los sectores más vulnerables sufran a diario los embates despiadados de caciques de la región, quienes imponen a su arbitrio cuotas y cooperaciones económicas en las comunidades, también con la complicidad de directores, maestros y autoridades educativas a través de las sociedades de padres de familia en las escuelas de nivel preescolar, primaria, secundaria y media superior imponen cuotas y cooperaciones por concepto de inscripción y por cada semestre o año, de lo contrario las y los alumnos no disfrutaran  su derecho a la educación; así mismo seguimos padeciendo la ausencia de la obra pública tan necesaria y anhelada.

 

A nivel federal y en cada uno de los estados tenemos extensiones de gobierno al servicio integralmente del poder ejecutivo federal, se dice que la cuarta transformación no trafica con influencias, pero si las utiliza para beneficio de su forma de gobierno, tan es así que el inquilino de palacio nacional se la pasa todo el día y todo el año viajando a costa de más empobrecimiento de los habitantes de este país, y en consecuencia en cada uno de los estados incluyendo a Tlaxcala, sucede lo mismo, la gobernadora se ausenta muy seguido con cualquier pretexto para viajar al extranjero, todo a costa del erario público producto de nuestras contribuciones y el pago de impuestos, y mientras tanto, la obra pública por décadas ha estado y sigue ausente, la economía paralizada, los asesinatos y homicidios por dondequiera, la inseguridad va en aumento y la pobreza se agudiza; en las oficinas de la administración pública estatal y las de presidencias municipales solo se observan policías y elementos de la guardia nacional, nuestros espacios públicos están secuestrados por el gobierno y las calles llenas de comerciantes y fiestas patronales, la representación vecinal, de comités de escuelas, de comunidad y la de las organizaciones sociales del estado de Tlaxcala están colapsadas por la indiferencia gubernamental y el desprecio sistemático a sus labores altruistas.

 

Próximamente en el año 2024 las y los electores tendremos otra oportunidad que será la definitiva para enderezar este sistema político caduco, donde podamos elegir a las y a  los mejores hombres y mujeres, ocupándonos de que ya no sean los mismos de siempre, y que los integrantes de la sociedad civil puedan ser considerados en puestos de mayor importancia, para así poder fortalecer la participación ciudadana que tanto hace falta a este país. México ya no puede seguir siendo rehén de sus verdugos, ni tampoco continuar siendo un virreinato, donde abusando del poder y realizando tráfico de influencias se recomienda a hijos, hijas y nietos para que sigan en el poder por siempre y para siempre, tratándose de las mismas familias, que por años solo han gobernado para su ilegítimos intereses; olvidándose que el arte y el espíritu de la política es gobernar para toda una nación, un puente para lograr mejores condiciones de vida y desarrollo económico para todos los habitantes de nuestro país, no actuar y ser una agencia de colocaciones, algunos(as) han desprestigiado a  la política para satisfacer sus propios intereses de grupo y económicos, incluso se dice que en Tlaxcala para ganar la elección de un municipio no solo se necesitan votos que también se necesitan muchos millones de pesos, si esto fuera cierto entonces no hay competencia electoral, más bien se compra el cargo, y la verdad tendríamos que acabar con estas nefastas prácticas, lo justo es: “convencer para vencer” y no compran para vencer. Los habitantes de cada uno de los municipios tenemos dignidad y somos gente de mente progresista, lo que nos ha faltado son los apoyos institucionales que los tres niveles de gobierno están obligados a entregarnos, ya basta que desde el centro del país o de cada uno de los estados se nos imponen aspirantes que no cuenten con ninguna trayectoria ni preparación política o social, para estar en cargos de la administración pública federal, estatal y municipal.

 

El estado necesita de servidores públicos responsables, de tiempo completo, que se dediquen a devengar la dieta que se les otorga cada quincena, porque hasta el día de hoy los servidores públicos de los tres niveles de gobierno dedican dos o tres horas de lunes a viernes y su productividad ha sido nula, es deseable y de urgente necesidad instalar en cada una de las dependencias del gobierno una bitácora de control de tiempo y productividad para los servidores públicos desde la más alta a la más baja jerarquía.

 

Amables lectores(as) una vez más les pedimos que desde ahora reflexionen el ejercicio de su voto para dirigirlo bien, otorgándolo a quien realmente lo merezca, a quien realmente represente nuestros intereses y necesidades.

 

Por último, es de justicia aclarar que los juicios políticos en México y en cada uno de los estados, están diseñados para proteger los intereses de los que están en el poder público, jamás para proteger los intereses legítimos de la ciudadanía.

 

  1. Isidro Sánchez Piedra,

 

                   Defensor de Derechos Humanos